Cultura

Día de Padre; el fomento artístico desde la paternidad

Miembros del gremio artístico hablan de la importancia de educar a sus hijos con lo que ellos saben hacer este Día del Padre

por Karla Gastelum

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El coreógrafo Carlos Corral y sus hijos

El coreógrafo Carlos Corral y sus hijos

Ricardo Rodríguez comparte música con su hija

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El grabador José Luis Aguilar celebra con sus hijos

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Javier Meza y Romina han ganado premios juntos

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Diego Ramos y Alicia practican arte circense juntos

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Rugrat enseña a tejer a su hijo Josué Addiel

Rugrat enseña a tejer a su hijo Josué Addiel

Eloy Herrera inculca la música a su pequeña

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El cuenta cuentos Francisco acerca a sus pequeños a la literatura

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Cejeme.- Este Día del Padre será un poco diferente que los años anteriores, faltarán las celebraciones, fiestas y visitas, pero el amor y la familia permanecen.

En una entrevista con padres del gremio artístico y cultural, actores, músicos, artesanos y practicantes de otras disciplinas, compartieron con TRIBUNA una reflexión sobre su paternidad y la importancia del fomento a las artes a sus hijos.

Déjalos ser violín

Javier Meza, actor y director de teatro, recuerda que desde el embarazo de su hija su familia ha disfrutado del arte:

Sus pataditas podían sentirse al escuchar una canción, una nota musical, un diálogo que nos tocaba las fibras más sensibles en una obra de teatro. Esto despertó el interés y versatilidad de Romina por el arte, ya sea cantando, tocando la flauta transversal, actuando y pintando".

El director de teatro explica que trata de enseñarle a su hija, que él sólo puedo orientarla y enseñarle lo que ha aprendido:

La vida es el gran escenario y en ella hay muchos instrumentos, cada uno afinado en su propio tono. Si eres violín tendrás que sonar como violín, no como batería ni como bajo, ni como trompeta. Eres violín y reconociéndote como violín deseo que toques todas tus notas con fuerza, dedicación y amor. Yo te ayudaré a afinarte. Aunque yo no soy violín, soy papá y te ayudaré a encontrar la mejor afinación posible para ti".

Tejiendo juntos

Josué Pérez Bermúdez es un artesano que se especializa en crear macramé y para él su paternidad es vista como una guía para su hijo Addiel.

Me encantan los principios de la mentoría, porque los necesito para aplicarlos con mi hijo: Yo lo hago y tú me observas, yo lo hago y tú me ayudas, tú lo haces y yo te ayudo, tú lo haces y yo te observo, tú lo haces y otro te observa, este es el paso que más me gusta porque sé que algún día él tendrá a esa persona a su lado para que empiece a repetir cada paso", dice Rugrat.

El artesano comparte su tradición y arte con su hijo, al igual que su ejemplo:

Mi hijo me llama padre por lo que significo para él y lo que le transmito a través de mi ejemplo. Necesito recordar que él me está viendo".

Arte para compartir

Ricardo Rodríguez, licenciado en música por la Escuela Superior de Música, afirma que este arte ha sido una conexión con su familia.

Uno de los más grandes beneficios es la convivencia", dice Rodríguez,

El arte es un medio por el cual se descubren él y su hija al compartir experiencias con la danza, pintura, música y literatura. Este método de enseñanza es el que ha ejercido en su paternidad porque

desarrollas una gran capacidad de atención, ya que las artes requieren disciplina y trabajo para que den resultado, se requiere de habilidades del pensamiento, habilidad física y emocional, fundamentos de un buen desarrollo personal".

 

Memoria y paternidad - Ignacio Mondáca

Inevitablemente el Día del Padre nos lleva a reflexionar sobre nuestros orígenes y nos hace creer que algo se agita entre los brazos del árbol genealógico familiar. Este día me trae a la memoria a mi padre y a mi abuelo que no conocí. Había algo que unía a mi padre con Cajeme. Tardé muchos años en saberlo y fue gracias a una crónica del historiador y cronista obregonense Mayo Murrieta. Mi padre era un niño de parvulitos cuando mi abuelo, don Ignacio Mondaca H., ocupó la presidencia del naciente municipio de Cajeme. Siendo alcalde, mi abuelo recibió la funesta noticia por radio de onda corta del asesinato del general Álvaro Obregón. El gobernador Fausto Topete le encargó que organizara una comisión para recibir el cuerpo del general en la frontera con Sinaloa. Así lo hizo y se rindieron honores hasta que fue sepultado en su natal Huatabampo. Poco después, debido a la persecución que se desató en contra de los obregonistas, mi abuelo se mudó clandestinamente a la Ciudad de México. Poco después moriría en condiciones que nunca hemos podido aclarar. Mi abuela, doña Dolores Bojórquez quedó viuda y mi padre huérfano. Se mudarían entonces a la ciudad de Nogales. Por veinte años, mi padre, el profesor Ignacio Mondaca Bojórquez, se desempeñó como maestro de la pionera Escuela Secundaria Número 22 ‘Miguel Hidalgo y Costilla’ de San Luis Río Colorado, Sonora. A ello obedece que mi infancia fuese marcada, además de una modesta holgura, por cierta inclinación intelectual. Por entero, la nuestra podía considerarse una familia letrada en virtud de que mi padre, mi tío y mi madre ejercieron de diversa manera la vocación magisterial. Nuestro hogar y el de los abuelos maternos que, como suele ocurrir, eran casi la misma cosa, tuvo la fortuna de poseer una pequeña biblioteca con enciclopedias, revistas y libros de historia y biología que me hicieron abrir los ojos ante la magnitud del mundo. Guardo un secreto agradecimiento hacia mi padre por esta razón y para no perder la costumbre puse al alcance de mis hijos libros y conocimientos. Mis hijas Alejandra y Emma Alicia se convirtieron, tal vez por ósmosis, en voraces lectoras, en tanto que mi hijo Ignacio abrazó la carrera de música; los tres inclinados a las artes y atentos siempre a lo que ocurre en el planeta. En un mundo que ha favorecido en las últimas décadas la banalidad y el consumismo, y que ahora es mortificado por la pandemia del coronavirus, me parece que el legado de los libros, la afición por la lectura y el acercamiento al arte universal son la mejor manera en que he podido honrar la tradición paternal por el conocimiento. De alguna manera puedo presumir que he pagado mi deuda generacional.

 

Paternidad - Carlos Sánchez

Mirar la existencia en los hijos, las hijas. Saber que su mano diminuta te aprisiona el dedo índice, la sabiduría que se vuelca, que pide protección. Contemplarlos simplemente puede ser el acto de mayor catarsis nunca antes vivido. Puede ser también que antes de llegar a los cuneros su mirada se te clave como un dardo que punza cuestionamientos. Ser padre es estar allí, por siempre, admirar y conducir. Besar a cada instante el rostro del hijo, abrazar las preocupaciones aparentemente más insulsas que jamás se hayan tenido: ¿irá a llover, se está acabando el paquete de pañales, cuánto le queda a la lata de leche? Luego un gesto inesperado que brota de su rostro se convierte en la imagen que te conmoverá el resto de la vida. Ser padre es el aprendizaje constante, ese oficio que nunca dominarás a la perfección. Y saber que el horario del sueño quedará interrumpido para siempre: ¿A qué hora volverá, se reportó, cenaría? Ser padre es la reivindicación con uno mismo, entender la infancia nuestra y el olvido de los que te negaron. Estar, permanecer, querer cuidar y acompañar para siempre.

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