OPINIÓN

Los equívocos en los discursos, los suspirantes para la municipal de Guaymas, el craso error de Mariscal

Rumbos

Mario Rivas, columnista.
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Escrito en OPINIÓN el

A LOS TELEVIDENTES DEL RESTO de la República que vieron y escucharon el discurso —o declaración, mejor— de ALFONSO DURAZO, el equívoco no les dijo nada.

Pero para algunos contemporáneos de Sonora, el lapsus les movió si no a la risa, si a una sonrisa.

El secretario de Seguridad Pública, hablaba ante legisladores, si no recuerdo mal. En algún momento, en respuesta a una pregunta, dijo que hay una orden de aprehensión con fines de extradición, en contra de OVIDIO PEREYRA, “y eso basta para ser arrestado”.

De inmediato corrigió: “OVIDIO GUZMÁN”. Nada de trascendencia. Quiso decir Guzmán y dijo Pereyra. ¿Por qué Pereyra?

Bueno, mis lectores de cincuenta años, incluso, de 55 años, posiblemente no recuerden quién es Ovidio Pereyra. Quiero suponer que Durazo lo conoce muy bien. Incluso, quizá sea amigo del bacobampense, que fue alcalde de Navojoa y tesorero general en el Gobierno de SAMUEL OCAÑA GARCÍA.

Pero a los senadores y al público del resto del país, Ovidio es un gran desconocido.

Por lo demás, pelillos a la mar.

Equívocos ha habido muchos en el mundo de la política. Hace 44 años, en el ocaso del sexenio de LUIS ECHEVERRÍA, asistí como simple ciudadano, a un mitin histórico que se llevó a cabo en la confluencia de las calles Hidalgo y 5 de Febrero, exactamente en la esquina suroeste de Palacio Municipal en Ciudad Obregón.

Corrían meses y años álgidos. La sociedad estaba polarizada. Un año antes, en octubre de 1975, el gobernador constitucionalmente electo, CARLOS ARMANDO BIÉBRICH TORRES, había sido obligado por el presidente Echeverría a abandonar el poder.

La sociedad estaba muy perturbada, ALEJANDRO CARRILLO MARCOR, un brillante tribuno reconocidamente comunista-socialista, gobernaba como podía la entidad. El pueblo no lo miraba mal porque don Alejandro solo era socialista en el discurso. Era lo que vulgarmente se conoce como un “farolón”.

A Carrillo le gustaba lucir sus dotes de orador. Igual que, muchos años después, lo haría otro político “farolón”, VICENTE FOX. Decía, pues: aquella tarde, había una gran concentración de campesinos apostados en ese lugar. Eran miles los “acarreados”. Más los “urbanos” que nos acercamos a conocer a los políticos del momento.

En el templete, estaban todos los gobernadores del país. También el gabinete presidencial en pleno. Y desde luego, el presidente Echeverría.

En su discurso de ese día, LEA “estrenaría” una de sus famosas frases. Dijo que el Gobierno haría justicia a los campesinos de Sonora con “la metralleta de la ley en la mano”.

Exaltó los ánimos y, tal como hoy está ocurriendo en el país, confrontó a los mexicanos.

Carrillo Marcor tenía fiebre y era obvio que las cápsulas que les prescribió su médico, no le aliviaron. Difícilmente podría pronunciar un discurso.

Pero, político viejo al fin, se levantó de su silla y tomó el micrófono.

Saludó al presidente. Al gabinete y, cuando se disponía a saludar a los gobernadores, algo inesperado ocurrió: en la esquina suroeste, había un árbol de los llamados “yucatecos”, en cuyas ramas cubiertas de hojas, se habían parapetado varios agricultores.

Cuando Carrillo estaba en aquello de “aquí, ante mis compañeros…”.

Iba a decir compañeros gobernadores, pero su mal estado de salud hizo que, al quebrarse la rama del yucateco, se confundiera y su frase perdió todo sentido: “Ante mis compañeros yucatecos”. Yo andaba en los treinta. Y desde entonces, aprendí a que la política no es una cosa seria. Debería de serlo, pero no lo es. Así, como al desgaire, recuerdo un evento de cenecistas en uno de los salones del hotel Quality Inn, propiedad de ROBERTO GONZÁLEZ LABORÍN, hace cinco años.

CLAUDIA PAVLOVICH ARELLANO, era senadora de la República y aspiraba a la candidatura al Gobierno de Sonora.

Cuando inició el acto, le pidieron al más representativo de los cenecistas allí presentes, que hiciera uso de la palabra. NACHO MARTÍNEZ TADEO, no iba preparado para pronunciar un discurso improvisado. Pero tuvo qué hacerlo.

Desde que empezó, comprendí que el famoso Yaqui Justiciero, no estaba hecho para la oratoria.

En repetidas ocasiones se equivocó en el nombre de la senadora a la que le adjudicaba el nombre de “BEATRIZ”, quizá por su cercanía con BEATRIZ PAREDES RANGEL.

Igual que en el caos del equívoco de Durazo Montaño, estos incidentes, el de Carrillo Marcor y el de Nacho Martínez Tadeo, fueron irrelevantes.

Pecata minuta.

Así las cosas, pues.

En fin.

DE AQUÍ, DE ALLÁ Y DE MÁS ALLÁ

DÉJEME CONTÁRSELO: ALGUIEN, cuyo nombre me reservo, me envió un correo con un reclamo cultural y literario, a ELENA PONIATOWSKA, indignada esta persona, porque la autora de “La noche de Tlatelolco”, posó en el despacho presidencial, con su amigo ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR… Decidí no transcribir el texto completo, porque ni doña Elena ni la remitente, se merecen aparecer en un espacio público de esta manera… Lo único que puedo adelantar, es que se trata de una escritora, poetisa, y al mismo tiempo política bravía…

Dos líneas citaré textualmente porque creo que vale la pena leerlas así para entender el malestar de esta dama. Hélas: “A espaldas de AMLO y de Elenita, quitaron los cuadros de nuestros próceres y colocar los de Simón Bolívar y José Martí”…

Y tan tan…

MIENTRAS TANTO, MI COLEGA Y AMIGO del bello Puerto de Guaymas, AGUSTÍN RODRÍGUEZ LÓPEZ, afirma en su columna “Estas Líneas”, que el alcalde de Cajeme SERGIO PABLO MARISCAL ALVARADO de plano, no quiere a sus antecesores priístas…

Y rescata algunos incidentes que se dieron en torno de un asunto doméstico que no tenía por qué trascender al dominio público y menos utilizando la cuenta de Facebook de la misma administración municipal, en un alarde de torpeza política, pues en esta vida al que escupe hacia arriba en la cara le caerá el escupitajo…

Mariscal se equivocó: nuestro lenguaje pueblerino es rico en sabiduría popular: “Arrieros somos y en el camino andamos”, hay una mucho más joven: “los reses de hoy, mañana serán los carniceros”…

Los dichos mexicanos pueden parecer —y de hecho lo son— muy vulgares, pero no hay duda que encierran un gran simbolismo…

En tratándose de política, yo he visto a muchos políticos subir y caer, lo que me lleva a recordar una vieja canción en una de cuyas estrofas dice: “No olvides que las torres que en el cielo se creyeron, un día cayeron en la humillación”…

En política, como en la rueda de la fortuna, se sube y se baja y es entonces cuando este otro dicho tiene aplicación: “Con la vara que midas, serás medido”…

Dicho de otro modo más sencillo, en política hay reglas no escritas que se respetan, es un código inviable pero por estricto sentido común los que andan en esta actividad, deben de tenerlo muy en cuenta…

He dicho…

VOLVIENDO CON AGUSTÍN RODRÍGUEZ, mi cuate asegura que en Guaymas en estos momentos solo hay dos personajes que están prestos a participar en la contienda por la municipal del puerto: SARA VALLE DESSENS y ENRIQUE CLAUSSEN IBERRI…

Es todo.

Le abrazo.

m.rivastribuna@gmail.com