OPINIÓN

Lo insospechado: que la esposa mandó asesinar a su marido, el exfuncionario Gamboa Lozano

Rumbos

Mario Rivas, columnista.
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¿CONTINUAR CON EL TEMA del coronavirus? Por supuesto que no. En realidad, a todos los periodistas y a no pocos médicos, les queda grande. Desde luego, incluyéndome a mí.

 Lo de ayer más que una opinión personal, fue una crónica del pasado. De las experiencias de cientos de millones de seres humanos que vivieron antes que nosotros.

Platiquemos, mejor, de nuestros entornos. De lo que nos ha sucedido en el día a día de nuestra existencia. A ver, dígame usted si es que vive en Ciudad Obregón: ¿Qué le pareció el regreso a la “nueva normalidad”?

A mí, lo digo sinceramente, no me sorprendió. No hubo tal nueva normalidad sino más bien, los cajemenses se comportaron como lo habían venido haciendo, solo que ahora sin taparle el ojo al macho.

Lo que ayer vi en los alrededores de uno de los laboratorios de ALFONSO RAMOS, me reconfortó porque muchos cajemenses acudieron a cumplir con una de las principales recomendaciones: hacerse la prueba.

Fue bueno para los ciudadanos que pudieron hacerlo. Y fue bueno para Poncho, que una vez más ha demostrado su visión empresarial compaginada con su vocación profesional.

Claro: esto debió haberse realizado hace mes y medio pero, bueno, nunca es tarde para rectificar.

Los cajemenses no nos hemos comportado como debería de haber sido. Algunos lo hicieron con seriedad y responsabilidad. Otros, lo hicimos a medias. En mi caso, muy pocas veces me desvié de la ruta a mi refugio de trabajo.

Como haya sido, fui parte del pecado y del arrepentimiento.

Decía yo que no deseo platicar más de este tema. No para opinar. Menos para recomendar maldita la cosa.

Ayer amanecí con la idea de compartir con mis dos que tres lectores, algunas incidencias de la cotidianidad.

Por ejemplo, ALEJANDRO MUNGARRO envió a sus contactos de WhatsApp la pregunta de si hemos leído la novela de GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, “El amor en los tiempos del cólera”. Pues sí, lo leí hace algunos años. Más de los que recuerdo.

Séame permitido, caro lector, recordar algunas de mis costumbres en tratándose de la literatura de García Márquez.

Cuando tuve en mis manos la novela “El amor en los tiempos de cólera”, me ocurrió lo que siempre me había pasado con los libros del colombiano. Mi primer pensamiento era que no me iba a gustar la obra.

Así me había ocurrido con una novela urbana relacionado con un secuestro, hace más de veinte años. Y resultó que, cuando todos creíamos que Gabo no podía trascender las fronteras de la literatura rural, lo hizo muy bien como autor de una historia de la vida real que tuvo lugar en una ciudad de Colombia.

No era la gran cosa, pero tampoco desdeñable. Con “El amor en los tiempos de cólera”, me pasó más o menos lo mismo. Excepto porque la trama empieza en los días modernos con una visita a un sitio de descubrimientos antropológicos, donde encontraron los pergaminos de una historia de amor no exenta de erotismo y la característica picardía del Nobel de Literatura.

Alejandro Mungarro, historiador, escritor y articulista —¿o cronista, mejor?— envió a sus contactos el capítulo donde dos militares —uno es capitán— intercambian reflexiones sobre la cuarentena y lo mal que se siente uno de ellos pues ya no soporta estar privado de su libertad. El capitán le hace unas reflexiones de la importancia de mantenerse firme siguiendo los protocolos para cuidar la salud no solamente la propia, sino la de sus familiares y amigos.

Mungarro describe este texto como un manual para quienes hoy por hoy, estamos viviendo nuestra propia pandemia.

Me agradó la idea de Alejandro.

Ayer mismo sostuve una larga conversación con FAUSTINO FÉLIX CHÁVEZ, vía telefónica. Platicamos de mil y un temas.

Me dijo que algunos sucesos relacionados con la pandemia, lo han entristecido. “Hay personas muy conocidas de Cajeme que han fallecido. Nada ha trascendido a la opinión pública. Sabemos quiénes son. Con nombres y apellidos. Se han ido, Mario, gente buena, personas que nunca imaginamos que se nos adelantarían”.

Fue un lunes de buenas vibras. Yo no había establecido comunicación con mi amigo GILBERTO DOMÍNGUEZ PARADA, porque creí que sería mejor dejarlo que él llevara su cuarentena a su manera. Así lo ha hecho, me dice.

Coincidimos en nuestro pesar por el deceso de una mujer muy querida en amplios sectores de Ciudad Obregón. Incluso, de personas, de familias de otras ciudades.

Doña MARÍA DEL CARMEN MEZA LÓPEZ DE GAXIOLA, murió repentinamente. Al parecer, de un infarto.

Su hija LAVIÑA GAXIOLA MEZA, estuvo a recibir sus cenizas en su casa. Hasta allí estuvieron llegando amistades de distintos lugares a ofrecer sus condolencias a la familia.

Desde este modesto espacio periodístico, hago patente mi más sentido pésame a su esposo y demás familiares.

El abogado LUIS MORENO DEMOSS, fue otro muy ameno interlocutor telefónico. Me había enviado previamente —creo que el domingo— un WhatsApp en el que me señalaba que el personaje que hace 36 años era delegado del CEN del PRI en Sonora, efectivamente se llama LUIS PEDRO (yo escribí “Pedro Luis” y me aferro a aquella máxima de que “el orden de las cosas no afecta el producto”) BARTILOTTI, apellido que apliqué correctamente, pero “alguien” pensó que me había equivocado y que yo en realidad quise escribir “Bartlett”, en lugar de Bartilotti. Pelillos a la mar, en todo caso.

Luis y yo conversamos de su señora madre, doña TERESA DEMOSS VALENZUELA, que anda en los 97 años. Había visto una foto de ellos dos, lo que me llevó a evocar a doña CRECENCIA HERNÁNDEZ, mi viejita inolvidable, que falleció a los 101 años.

Se lo dije a Luis. Encontré algunas coincidencias entre esa foto y la mía con mi mamá.

¡Larga vida para ellos!

En fin.

DE AQUÍ, DE ALLÁ Y DE MÁS ALLÁ

¡Y AGÁRRATE, GENOVEVA, QUÉ VAMOS A GALOPAR! Lo habíamos comentado don ARTURO OLIVARES y yo, en esos días posteriores a la masacre…

Arturo me había dicho que ese múltiple asesinato registrado en el fraccionamiento Las Brisas de Cuernavaca, Morelos, no parecía que fuera una ejecución. “Esto más bien parece una venganza”, me dijo…

Yo estuve de acuerdo con él…

Esta tragedia ocurrió el 21 de mayo pasado, en el referido fraccionamiento. Un grupo armado disparó repetidamente contra cinco personas, tres hermanos varones, una hermana y la mamá de ellos. En total, cinco muertos…

Por la brutalidad con que fueron asesinados, fue evidente que las autoridades morelenses y las de la Federación, hicieron lo conducente para que no se festinara el suceso…

Veamos: el más conocido de los asesinados era ISAAC ALFONSO GAMBOA LOZANO, que en el sexenio de ENRIQUE PEÑA NIETO, se había desempeñado como titular de la Unidad de Política y Control Presupuestario de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público…

Fue gente cercana al extitular de la SHCP, LUIS VIDEGARAY, y su nombre se había mencionado en un caso de desvío de recursos en el estado de Chihuahua…

Pasaron 10 días desde el asesinato múltiple cuando ayer, en el noticiario de CIRO GÓMEZ LEYVA, se dieron a conocer los primeros detalles: dos elementos habían sido escoltas del exfuncionario, fueron los autores materiales del crimen, y la viuda, de nombre “BETSABÉ”, habría sido la autora intelectual…

La información ha sido escueta pero ha trascendido que la viuda está detenida, lo mismo que dos exescoltas y uno que se encuentra en fuga… Por cierto, los noticiarios de la mañana y la prensa escrita, han sido muy cautelosos ante el derrotero que ha tomado este caso, donde cada vez con mayor claridad se perfila que el motivo del homicidio múltiple, fue el dinero…

Es todo.

Le abrazo.

m.rivastribuna@gmail.com