OPINIÓN

¿El presidente más atacado?

Bulmaro Pacheco, columnista.
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La tumba del expresidente (en 11 ocasiones) Antonio López de Santa Ana se encuentra impecable en el Panteón del Tepeyac (Lote A, fosa 17), desde 1876, en el Cerro de la Villa de Guadalupe.

En el mismo lugar reposa también su segunda esposa, Dolores Tosta, que murió en 1886. Su tumba se mantiene intacta y con buen nivel de mantenimiento. El pasto cortado, las plantas regadas y se ve que regularmente le dan su toque de pintura, algo que no se ve en el resto de los sepulcros. Santa Ana fue muy atacado durante sus periodos presidenciales y después de dejar el Poder. Había razones: su obsesión por el Poder y por ocupar la Presidencia, y su entreguismo con el clero y con el extranjero, que lo llevaron a enfrentarse a los actores políticos de su tiempo, hasta que con el Plan de Ayutla se dio por terminada su ambición.

Aún así, en las 11 ocasiones en que fue presidente de México acumuló 9.6 años. Fue vencido y exiliado y su desprestigio se fue agrandando con el tiempo… y con el juicio de la historia.

Benito Juárez murió en 1872 a los 66 años. Fue presidente de México en cuatro ocasiones, acumulando casi 15 años en el Poder (14.7). Fueron años particularmente complicados: La Guerra de Tres Años (1857-1861), el segundo imperio de Maximiliano (1864-1867) y varios intentos de asesinato. Sus restos descansan en el Panteón de San Fernando, en la Ciudad de México. Juárez impulsó reformas de fondo; la principal: la separación de la Iglesia del Estado (Leyes de Reforma), como la aplicación de la Constitución de 1857. Gobernó con una de las mejores generaciones de políticos y servidores públicos que ha dado México. Enfrentó a poderes reales y fue víctima de innumerables ataques.

Al presidente Francisco I. Madero lo sepultaron en febrero de 1913 en la esquina poniente del Panteón Francés de la Piedad, de la Ciudad de México. En 1960 pasaron sus restos al Monumento a la Revolución.

En el Panteón Francés estuvo también sepultado el vicepresidente José María Pino Suárez, y en 1986 fue trasladado a la Rotonda de las Personas Ilustres en el Panteón de Dolores.

Las tumbas de Madero y Pino Suárez en el Panteón Francés serían ocupadas después por sus viudas: Sara Pérez de Madero, fallecida en 1952, y María Casimira Cámara Vales de Pino Suárez, fallecida en 1970.

Como presidente, Madero fue atacado desde el principio tanto por los emisarios del pasado (León de la Barra, Félix Díaz) como por sus partidarios que le exigían concretar en la realidad cambios prometidos (Zapata, Pascual Orozco). Duró solo 16 meses en la Presidencia.

Victoriano Huerta fue atacado desde el principio por la forma en que llegó al Poder, por la traición cometida y su entreguismo al embajador de los Estados Unidos Henry Lane Wilson para ejecutar el golpe de Estado y la muerte de Madero y Pino Suárez en 1913.

Los ataques incluyeron la rebelión armada de los principales dirigentes de la Revolución. Huerta cayó en julio de 1914, a los 17 meses de haber asumido. Huyó a Europa y trató de regresar a México para buscar de nuevo el Poder con el apoyo de los Estados Unidos. Murió de cirrosis hepática en El Paso, Texas, en 1916. Allá fue sepultado en el Panteón Evergreen.

Pascual Ortiz Rubio fue muy criticado por la forma como llegó desde la Embajada en Brasil a la Presidencia, en 1929. La opinión pública lo motejó como ‘El nopalito’ y en sus dos años de Gobierno se creó la famosa expresión: “Aquí vive el presidente, pero el que manda vive enfrente”. Sufrió un atentado a balazos que lo dejó herido. Lázaro Cárdenas fue muy criticado desde el principio por el propio Plutarco Elías Calles, posteriormente por la Iglesia por su tesis de la “educación socialista”, y después por los terratenientes por el reparto agrario. Le siguieron las compañías petroleras por la expropiación, los empresarios por la organización de los trabajadores y al final por Juan Andrew Almazán, quien se le rebeló ante la candidatura de Manuel Ávila Camacho por el PNR.

A Miguel Alemán lo criticaron desde el principio por la evidente corrupción en su sexenio y le hizo crisis su propia sucesión con el Henriquismo. Le criticaron que quisiera reelegirse —o ampliar su periodo unos años más— en la Presidencia —pretextando los saldos de la Segunda Guerra Mundial. En su sexenio se generó el chiste aquel que decía: “Lo que más le ha costado a México en su historia han sido: la pierna de Santa Ana, el brazo de Obregón y la sonrisa de Miguel Alemán”.

Gustavo Díaz Ordaz no salvó el juicio de la historia por los crímenes de 1968. Muy criticado por su cerrazón política.

Luis Echeverría fue muy criticado desde el principio por su oratoria, por el decorado folklórico de su presidencia, por el reparto agrario y por su enfrentamiento con el sector empresarial. Al final de su sexenio por la primera devaluación del peso en 22 años. Se habló de la posibilidad de un golpe de Estado, muy de moda en ese tiempos.

José López Portillo también fue atacado desde el principio por el nepotismo (muchos familiares en la nómina), por sus declaraciones en defensa del peso mexicano, por las casas que le regalaron y al final por la expropiación de la banca privada. Fue atacado hasta el final de sus días. A Carlos Salinas de Gortari lo empezaron a criticar desde su elección en 1988. Fue al primero que le hicieron burla a través de máscaras de hule.

A Fox, Calderón y Peña Nieto les tocó gobernar con oposiciones en casi todos los espacios. Fueron severamente criticados desde el principio de sus gobiernos: Fox por el desencanto que provocó, Calderón por el resultado de la votación y a Peña Nieto por la frivolidad de inicio.

Ahora el presidente López Obrador se queja de que es el presidente más atacado en la historia y eso no es cierto. Lo critican más por su estilo de gobernar que por las decisiones que ha tomado.

Por ejemplo:

No ha afectado intereses ni ha separado al poder político del económico como prometió. Nada que ver con Juárez que se atrevió a impulsar las leyes de Reforma y la separación Iglesia-Estado. Sus políticas no han cambiado al sistema político de fondo como lo hizo Lázaro Cárdenas al impulsar el cambio total del sistema político.

No hay un programa de izquierda y el partido en el poder no maneja un programa de gobierno que pudiera defender.

Con la Iglesia, el Gobierno mantiene una relación distante, igual con el sector empresarial con el que mantiene serias diferencias.

A los sindicatos no los toma en cuenta. Con los gobernadores la relación ha sido hasta ahora distante y conflictiva.

Con los medios de Comunicación la relación ha sido normal y las llamadas mañaneras han copado las expectativas.

Con los presidentes municipales no existe una relación formal. El Gobierno Federal no cuenta con una política agraria de fondo que pudiera poner en riesgo intereses tradicionales.

A los intelectuales les llama conservadores, los desprecia, los ataca y descalifica sus ideas. Sus antecesores siempre llamaban al diálogo a sus críticos. Más que debatir con ellos, los estigmatiza, por el mismo estilo personal de gobernar. No es verdad que haya sido López Obrador el presidente más atacado hasta ahora. Falta mucho para que le llegue el nivel de Juárez, Cárdenas, Madero, Ortiz Rubio, Alemán, Díaz Ordaz y Salinas de Gortari, para no mencionar a los auténticos reprobados por la historia: Santa Ana y Victoriano Huerta.

bulmarop@gmail.com