OPINIÓN

Sé que vendrán tiempos difíciles

La Tertulia Polaca

Aarón Tapia, colaborador.
Por
Escrito en OPINIÓN el

 Esta es la descripción de una fastuosa producción de un espectáculo teatral y circense que retrata la forma tan recurrente y a la vez tan peculiar de reinar, el ficticio reino de Sonoland.

Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

En el comienzo vemos a Claude desconcertada por la pérdida de su consorte, a quien busca entre los corrales y el lago artificial de Las Norias Resort. Entre establos vaporosos, Claude baila por los caminos terregosos de la villa campestre hasta encontrar a su consorte, un hombre robusto de ojos claros con pinta de fifí que le promete cuidar de la familia, mientras ella reinara. Tras concursar, Claude obtiene el premio mayor: se convierte en la reina de Sonoland.

Seis trapecios volantes aparecen suspendidos. De ellos se columpian los legisladores, en cuyas solapas podemos ver la magia de cómo se transforman y cambian de color (rojo, azul rey, azul turquesa, verde, naranja, amarillo) y de pronto algunos regresan a su pigmentación original, otros se vuelven bicolor y algunos se quedan con reflejos camaleónicos, pero todos unidos por la música a cargo de los patrones del quinto y séptimo piso. Abajo de las redes de protección vemos emerger a cientos de monstruos de las fosas clandestinas. La Muerte aparece brincando con pasos de ballet y coreando otro Sonoland ¡ya!

En el festín de la reina Claude, esta firma cientos de documentos para hacer de Sonoland un paraíso de mano de obra barata y de inversiones llamadas mega región, representadas por unos buitres que circulan alrededor de dos palmeras que al final de cuentas nunca llegaron a tierra por su carroña. La escena más conmovedora es cuando la reina despoja a los pobres para darles a los del quinto y séptimo piso y a algunos propietarios de avionetas. Los buitres se convierten, entre las sombras, en consejeros jurídicos, empresarios y estrategas de comunicación.

El consorte hace acrobacias entre dos trapecistas vendados y amarrados con correas de muñecas y tobillos. Todos los equilibristas están dentro de una burbuja de cristal, es la casa grande de Las Norias Resort, que conecta con una pista aérea. Los que cuelgan de las muñecas, de pronto, se multiplican, y Claude, del brazo de su consorte, huye en la avioneta en la que viajaba a Las Vegas antes de reinar Sonoland.

En calidad de anfitriona ante la visita del rey de Pejelandia y repitiendo como disco rayado “quédate en casa”, le suplica a este rey, que use el cubrebocas cuando visite Sonoland, para que sus habitantes no piensen que ahí existe la corrupción.

Claude es propulsada por un helicóptero hasta el cielo para realizar una visita a una de las cortes del reino, es recibida por sus cortesanos que se arrodillan ante ella, es la corte de columnistas llamada Cártel del Chayote. Esta corte además de lanzarle lisonjas a la reina, es la encargada de difundir fantasías entre el pueblo, dictadas por la propia reina y su corte palaciega.

El papel cómico está a cargo de Ivanko, fotógrafo de cabecera del Tlatoani de los PRIllitos de Sonoland, incluyendo a la reina. De manera tragicómica trata de lazar a un potrillo arisco y soñador para anularlo. Acto seguido como si el efecto soñador fuese contagioso, Ivanko aparece soñando en un basurero de notarías y reformas electorales fallidas. Aparece detrás un bailarín ataviado con un traje de seguridad privada que porta una insignia al lado izquierdo del pecho que dice Argus. Él es Panoclo, primo de Claude, y en la escena reparte chayotes alegremente a los cortesanos del Cártel del Chayote.

Instalados en el palacio de Sonoland, Claude dirige discursos y en el escenario controlado de pronto aparece Luica Romo que porta una camiseta con la leyenda: “Honestidad Total” (en la parte delantera) y cuando se voltea se puede leer: “Que se ponga guapo” y junto a él Ricardo Al Revés de la Fecalía de Corrupción, quienes al lado de la reina entonan un cántico apoyados por todo un coro eclesiástico. Parte de la lírica de ese cántico espetaba: “Se los digo muy claro, a las mentiras se les va a contestar con verdades y a las calumnias con resultados. Aquí estoy y aquí estaré para dar siempre la cara, nada hay que ocultar”.

Y viene la escena que será la más comentada: vuelos en picada con acróbatas disfrazados de buchones y otros con disfraces estilo militar entre luces que simulan un combate sobre el público que corre entre las butacas sin encontrar las salidas de emergencia. El escenario es recreado con la apariencia de un pueblo mágico llamado Magdalena de Kino, es una demostración del teatro interactivo donde el propio público participa como rehén del fuego cruzado por 48 horas.

Tras esta tormenta, se descansa con el número melodramático de Claude peinándose ante un enorme espejo que le devuelve imágenes del exrey de Sonoland antecesor a la reina. Ella se incomoda y hace un gesto para tomar de la mano a su consorte, pero él está distraído tratando de negociar con un picudo primo de Claude. Pero Claude no se abate ante el desdén del destino y, con orgullo, levanta el mentón para verse en la historia del séptimo año cubierta de safiro con “s” de Sonoland.

Sonoland emerge de un desierto fronterizo, en cuyo interior de cristal desfilan nuevamente todos los entrañables personajes que hemos conocido. Saludan al público y aquí sí, hay que aplaudir. El escenario queda en la oscuridad. De un haz de luz emerge Claude. Lagrimea contorsionándose en su elegante ropaje. Parpadea ante el vacío, perplejo, aunque elegante. Con los brazos abatidos se dirige entonces al público. Pronuncia la única frase en todo el espectáculo: “Sé que vendrán tiempos difíciles”.