OPINIÓN

¿Quién va a pagar la cuenta?

Bulmaro Pacheco, columnistaCréditos: Tribuna
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Decían que todo iba a ser distinto: “Nada como en el pasado”, “Nada como lo que se fue”. Esa parte de la historia de los últimos 36 años —afirmaban— debe quedar olvidada porque representa “la peor etapa del neoliberalismo” para México.

Omitieron mencionar que 18 de esos 36 años los dedicó López Obrador a buscar la Presidencia de la República. Todo en un contexto en donde los partidos y la sociedad propiciaron que México hubiera experimentado —entre 1977 y el 2014— la modernización política que le dio estabilidad al país y al mismo tiempo le permitió una transición del poder en paz y en orden en estados, municipios y la Federación: Baja California y 26 estados más entre 1989 y 2016. La Ciudad de México y la Cámara de Diputados en 1997. La Presidencia de la República, primero con el PAN en el 2000, posteriormente en 2012 con el regreso del PRI y las izquierdas en el 2018.

Con el tiempo se generó un clima de denuncias, crisis y malas decisiones de los gobiernos que abonaron el terreno para que la sociedad demandara cambios y se favoreciera a un partido mescolanza de expriístas, expanistas y experredistas sin una ideología clara y llevando el tema de la corrupción como bandera principal para estimular a los votantes. Morena, fundado en 2014, llegó al poder en 2018.

Ganó por la inconformidad social y el hartazgo de la gente. Años de exaltación de la corrupción y la impunidad rindieron frutos.

Pero Morena y la llamada 4T no contaban con que México es muy difícil de gobernar y que la colonización de la administración pública federal con gente del círculo cercano al presidente y de su partido, no necesariamente les dio eficacia para gobernar y capacidad de trabajo en equipo para enfrentar los principales retos del México del siglo XXI. ¨

Desde principios del Gobierno se enredaron, sin entender a fondo tanto la tarea de gobernar para todos como a la administración pública —que la siguen descifrando—, y se les vino el desorden: Renuncias de altos funcionarios, improvisación y decisiones que generaron desconfianza en sectores claves de la población, y abandono de áreas sensibles del Gobierno y malos resultados en los principales indicadores de Gobierno.

¿Pudieron con el paquete? Hasta ahora no. Los principales problemas los han rebasado y no encuentran respuestas a los desafíos del corto plazo, en parte porque la ideología ha prevalecido sobre el sentido común, y su limitada visión de la historia de México los ha llevado a desdeñar experiencias anteriores y hechos reales que transformaron a México más allá de las consideraciones ideológicas y sus fobias políticas. Por eso abrieron frentes y conflictos con empresarios, gobernadores, intelectuales, dirigentes sindicales, gobiernos extranjeros, y muy mal manejo de los temas que destacan por la incapacidad para solucionar problemas.

I. La Economía: El Gobierno de la llamada “cuarta transformación” nos prometió que la economía mexicana iba a crecer al 4% al año y que se iban a crear empleos como nunca.

La economía no solo no creció sino que en el primer año decreció y en el segundo (2020) el desplome fue del -8.5% la peor caída del PIB en México en 89 años (desde 1932); una caída superior a la del error de diciembre de 1995 y la originada por la crisis de 2009. Con esos resultados, México va a tardar cuando menos hasta el 2024 para volver a los niveles de principios del 2020.

Se creía que en 2019 por ser el primer año del Gobierno se iban a despertar nuevas expectativas y la inversión privada iba a fluir, pero no fue así. El sector privado quedó muy afectado por la suspensión del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y por los remedos de consultas simuladas que se hicieron para justificar la cancelación de proyectos. El Gobierno en lugar de consensuar con el sector privado se enfrentó a ellos y la situación empeoró.

II. La pandemia. El subsecretario López Gatell nos dijo en abril del año pasado que podríamos llegar a 33 mil muertos (“60 mil sería catastrófico”) como resultado de la pandemia y que para el mes de octubre del 2020 estaría ya controlada.

El presidente López Obrador insistía en que la gente saliera a convivir, comer a restaurantes y ver a sus familiares y nunca usó cubrebocas (salvo en el viaje que hizo a los Estados Unidos para ver a Donald Trump en el mes de julio). La realidad es otra: Al sábado 6 de febrero la cantidad de muertos registra ya 166 mil, muy lejos de los 33 mil proyectados y con una estrategia de vacunación todavía desorganizada e incierta.

III. La inseguridad. En este renglón y al igual que en lo relacionado a la pandemia del COVID-19 el número de muertos ha sido la medida con que se ha evaluado a los últimos gobiernos y en esa materia, el Gobierno de las 4T no ha dado el ancho. Siguen la violencia, los muertos y la cada vez más arraigada sensación de miedo e inseguridad en la población.

IV.- El partido de Estado. Prometieron un partido renovado y novedoso en sus propuestas y procedimientos.

Morena se ha convertido en el brazo político del Gobierno y ha resuelto sus principales asuntos de la mano de la llamada 4T.

Para simular la falta de estructuras, a veces se hacen llamar “Movimiento”, y cuando conviene antes las instancias electorales se llaman partido.

Como partido oficial y de Estado, Morena es una mezcla variopinta de exmilitantes de otros partidos y sobre todo, un gran desprendimiento de las izquierdas. Es por eso que sus militantes no cuentan con una elaboración ideológica consistente y hasta hoy definida. “No robar, no mentir y no traicionar”, su lema favorito, no le dice nada a la gente ni a los votantes, más cuando la realidad a cada rato los contradice.

Tres son las mayores crisis de México en los últimos años: La económica, caracterizada por la caída del PIB más estrepitosa, que no se había tenido en los últimos 89 años; la de salud, que México no había experimentado desde la llamada “Gripe Española” de 1918, que dejó en aquel año 400 mil muertos; y la de seguridad, que se ha venido agravando con los años y que el Gobierno ofreció atender y solucionar en los primeros años.

¿Quién va a pagar por la mala calidad del Gobierno y los problemas que no se han atendido?, ¿Le irán a pasar la factura al Gobierno y a su partido los votantes el próximo junio? ¿habrá condiciones? ¿Qué tanto pesará la popularidad del presidente?, ¿Qué tanto habrán de influir los beneficiarios de los programas sociales ante la falta de estructura del partido oficial?

Desde 1997 en México, las elecciones intermedias han servido para evaluar los resultados de los gobiernos en sus primeros tres años. En ese año, el Gobierno en turno perdió la mayoría en el Congreso y en los subsiguientes procesos del 2003, 2009 y 2015 los presidentes experimentaron el desgaste entre sus acciones de Gobierno y los resultados que los votantes sigilosamente registraron para cobrarlos en las urnas. Viene la elección intermedia de junio y seguramente se sabrá a quién le tocará ahora pagar las facturas por las peores crisis experimentadas en México en los últimos años. No habrá excepciones.

bulmarop@gmail.com  

Fuente: Bulmaro Pacheco