OPINIÓN

El populismo no tiene ideología, es pragmático y persigue los mismos objetivos de la derecha

Rumbos

Mario Rivas, columnista
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Escrito en OPINIÓN el

A PRINCIPIOS DE 2012, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR se dijo víctima de un ataque brutal por parte de los enemigos del sector privado y de los políticos corruptos, que estaban haciendo circular una campaña “del miedo” en su contra. No estaba equivocado, AMLO. La campaña sí existió pero no fue un ataque ilegal ni una calumnia. La advertencia estaba fundada pero muchos no la tomaron en serio. La campaña “del miedo” exhortaba a los mexicanos a voltear a Venezuela porque en ese espejo deberíamos de vernos. Algunos analistas políticos citaban hechos concretos realizados por HUGO CHÁVEZ para que en México se tomaran las debidas providencias. AMLO, decían, era parte de una estrategia internacional. Muchos empresarios que hoy están temerosos de lo que pueda pasar en México, se rieron. “Es una exageración”, afirmaron. AMLO perdió a la buena en las elecciones de 2012 ante el joven priísta ENRIQUE PEÑA NIETO. Gradualmente, el miedo desapareció en aquellos que si creyeron en la advertencia “del miedo”. Pero, bueno, eso ya había quedado en el pasado. AMLO ya no era problema ni lo sería en el futuro porque para él, aseguraban, ya no habría otra oportunidad. “Y si la hubiera, mejor: se comprobaría que es un cartucho quemado”, exclamó un neoliberal cercano a CARLOS SALINAS. Empezó el Gobierno neoliberal de Peña y todo fue miel sobre hojuelas. El Pacto por México y sus reformas estructurales, hizo abrigar grandes expectativas. Ni quien se acordara de López Obrador. Cumplidos los primeros dos años, el Gobierno de Peña se fue desinflando. Su aceptación ciudadana fue cayendo en picada hasta quedar por abajo del 20 por ciento. En esos cuatro meses que fueron de agobio para Peña Nieto, AMLO se había dedicado a sembrar el odio en las clases más desprotegidas del país. Las clases bajas y gran parte de la clase media, estaban a favor de él. Las encuestas regulares, las que se publicaban en tiempos NO electorales, daban a conocer los resultados: la ventaja de AMLO era abrumadora. En los primeros resultados, no hubo una reacción de alarma. En general, se creía que era un asunto pasajero. Que a medida que se aproximaran las campañas políticas, la ventaja del Peje se reduciría. Muchos factores se concatenaron para que esa ventaja avasallante de AMLO, no solo no se redujera sino que se consolidó hasta arriba. Para el PRI, el presidente Peña no era un factor de fuerza en apoyo del que resultara candidato. Estaba degradado, reducido a la categoría de presidente “títere”, ineficiente, frívolo y carente de agallas, amén de corrupto. En una infortunada estrategia política que pretendía alejar al PRI del presidente de la República y del PRI mismo, se designó candidato a quien había sido secretario de Hacienda y secretario de Desarrollo Social, JOSÉ ANTONIO MEADE. Confieso que al principio, hasta yo me fui con la finta. Rostro nuevo, decente, muy bien visto por la iniciativa privada, era el adecuado para una circunstancia como esa. Cuando como candidato vino a Hermosillo, sus números ya estaban por los suelos. Mi empresa me dio la encomienda de entrevistarlo. Ya se había concertado con el equipo de Meade un encuentro a manera de entrevista, pues los tiempos se habían reducido. Lo tuve frente a mí, él y yo solos. No podía dejar pasar la oportunidad. Estaba en notable desventaja. Incluso, por abajo del PAN. Le dije que sería sincero con él, le pedí que él lo fuera conmigo. Me dijo que sí, pero en los hechos fue obvio que de los políticos había aprendido a ser simulador y mentiroso. Así lo hice notar en la breve entrevista que se publicó en TRIBUNA al día siguiente. Ese día un amigo mío me preguntó que sí cual era mi punto de vista: --No tiene ninguna posibilidad. En corto, es más pequeño que en televisión, y no me refiero a la estatura corporal—respondí. Después de esa entrevista y hasta que se aproximaron las elecciones, mi estado de ánimo se fue adaptando a lo que parecía ser un porvenir inevitable: la Presidencia en poder de López Obrador. Considero, caro amigo, necesario contarle un episodio que, personalmente, es importante. Es decir, lo es para mí. En los primeros meses del Gobierno de AMLO, me había vuelto adicto a las “mañaneras”. Estaba “maravillado” con la pasmosa conectividad que el presidente tenía con la gente. Su sencillez y humildad, y sobre todo, su sinceridad, eran virtudes que en un político no había conocido yo. Esto era lo que veía en él. Y decenas de millones de mexicanos más. La fantasía, como una pompa de jabón, se diluyó antes de cumplir el primer año en el poder., Como muchos, había llegado a convencerme cuán equivocado estaba yo con López Obrador. Y ahora, la desilusión y, con ella, el temor. En estos quizás 16 meses después del despertar, mi desilusión se convirtió en miedo. No puedo decirlo de otro modo. He leído mucho sobre el fenómeno del populismo. Y eso me lleva a ser más fatalista. Y peor, aún: descubrí que el populismo no es una ideología sino un modelo de hacer política. Puede ser de izquierda pero también de derecha. AMLO pactó con el populismo de derecha de DONALD TRUMP. Su acuerdo con él, fue de conveniencia política para ambos, pero solo ellos saben cuáles fueron los beneficios. El Gobierno populista de izquierda de México, se convirtió en patrulla fronteriza de los Estados Unidos. Tanto así, que la Guardia Nacional, que había sido creada para combatir la violencia en nuestro país, en gran medida fue apostada en los linderos con Guatemala, “protegiéndonos” de nuestros “hermanos” guatemaltecos. Ha crecido el populismo. En Venezuela, con la herencia de HUGO CHÁVEZ. En Estados Unidos (de derecha) con DONALD TRUMP. En Brasil, (de derecha) con JAIR BOLSONARO. En Argentina, con ALBERTO FERNÁNDEZ, que acaba de estar en México. Pero el populismo también se está extendiendo en Europa. Ya está de regreso en el Reino Unido. Y está en países menos importantes. En México, como en Venezuela, se está siguiendo el mismo patrón que siguió en su tiempo, Chávez. Allá derivó en dictadura, con un país prácticamente sin empresarios, sin clase media productiva, solo con los bolivarianos y Maduro, quién se sostiene en las Fuerzas Armadas. ¿Y en México? He ahí la cuestión. En fin. DE AQUÍ, DE ALLÁ Y DE MÁS ALLÁ ¡AH, QUÉ LAS HILACHAS! NO CABE DUDA que no le faltan mortificaciones a uno… Todo empezó el viernes por la noche, mientras recreaba las incidencias, me llegó el rumor en forma de pregunta: --Oye, ¿Qué sabes que renunciaron el Potrillo Pompa y Natalia Rivera?—fue la pregunta, con un dejo de mal disimulada ansiedad… --No, nada. Lo único que sé es que Karina Zárate renunció por motivos políticos. Se dice que va a una curul… --Eso mismo se ha dicho de Natalia y del Potrillo… -Lo del Potrillo sí tiene sentido. Asuntos familiares muy sensible se lo reclaman. No le di importancia. Honestamente y sin ganas de jorobar a nadie, acá en el sur del estado muy pocos y pocas saben que NATALIA RIVERA es la jefa de la Oficina de la gobernadora, (por la propia naturaleza de su responsabilidad, se entiende) y que KARINA ZÁRATE es secretaria general del DIF estatal. Repito, por sus puestos oficiales específicos su quehacer público está confinado a áreas muy limitadas territorialmente, excepto el Potrillo, que es muy conocido en el sur de Sonora. El sábado, fue lo mismo. Hasta el mediodía no se había confirmado nada y solo ayer pude comunicarme con Miguel Pompa. De cualquier forma, con o sin confirmación, el mundo sigue su curso y las noticias, cuando se generen, llegarán a tiempo… Y POR ÚLTIMO, DÉJEME CONTARLE que el sábado tuve el gusto de conversar con RICARDO BOURS CASTELO, durante una rara coincidencia en una comida familiar a base de lisas fritas, allá por rumbos de Paredón Colorado… Me platicó de lo bien que le fue en Navojoa, en Etchojoa y en Huatabampo… Espero que en breve podré compartir con usted algunas vivencias sobre los peregrinajes de Ricardo por el territorio sonorense… En todo caso, ya se verá… Es todo. Le abrazo.