OPINION

Los gobernadores de Sonora que conocí: historias que no todas son para contarse

Rumbos

Mario Rivas, columnistaCréditos: TRIBUNA
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EL SIGUIENTE TEMA ME LO SUGIRIO hace algunos días un empresario de Hermosillo. Mi cuate es dueño de algunas tiendas más o menos importantes y se da tiempo para malgastarlo en el café con sus amigos. Dice que porque matar el tiempo es una manera de ser feliz.

Como sea, me pidió que escribiera mis vivencias en la relación con algunos gobernadores.

La verdad sea dicha, yo no sé cómo será o habrá sido la relación de otros periodistas con los mandatarios que hayan conocido. En mi caso, ciertamente habría mucho que contar.

Pero yo nunca contaría lo que con honor me comprometí a no revelar. ¿De cuántos Gobernadores fui o soy amigo?

Solo de uno: EDUARDO BOURS CASTELO. Digo, si por amigo se entiende contarse cosas que solo se le cuentan a un verdadero amigo. Con Eduardo, viajé en una avioneta verías veces. Lo hicimos sin más compañía que el piloto. Y nos platicábamos las confidencias que se platican los auténticos amigos.

Eran viajes largos. Obregón—Agua prieta. Obregón—San Luis Río Colorado. Obregón—Nogales. Y viajes por la sierra alta sonorense.

Y a veces a otros Estados. Tamaulipas, por ejemplo. Y Coahuila. Y la Ciudad de México.

Pero las cosas que llegamos a confiarnos, conmigo merecerían un libro. ¿Y con los otros gobernadores?

Dependiendo de las circunstancias y de los tiempos, había sido la anécdota. Con MANLIO FABIO BELTRONES, fue la política. Con el de Villa Juárez, nunca hubo, ni habrá, un desliz de su parte. Si Manlio nos dice algo es porque quiere que lo escribas, que lo digas. No hay nada que él deje a la casualidad.

No puedo decir que soy su amigo o que él lo es mío. No hay tal cosa, no se dio, no se pudo dar. No porque yo no quisiera. Simplemente porque no se dio.

Pero mi relación con él fue de respeto y lealtad en términos de que jamás traicioné nuestras conversaciones muy a pesar de mi cercana amistad con Eduardo Bours y de la fracturada relación entre Manlio y Eduardo.

Aquí lo he dicho muchas veces: yo no traiciono a mis amigos. Pero tampoco a quienes me han confiado cuestiones delicadas. En los años en que he tenido la oportunidad de conocer a MFB, solo en dos ocasiones me he reunido con él a solas.

La primera vez, fue en su oficina de Palacio de Gobierno. Fue una conversación de alrededor de una hora. Estaba reciente el asesinato de LUIS DONALDO COLOSIO y él me contó una anécdota que tuvo lugar unos días después del destapo del sonorense, el 28 de noviembre de 1993.

Me platicó que el Presidente Salinas agendó una gira por Japón que le permitiría sacar a MANUEL CAMACHO SOLIS, a que refrescara la cabeza en un viaje al lejano oriente.

Lo había nombrado Secretario de Relaciones Exteriores. Nada menos.

Iban en el avión Presidencial y el Gobernador de Sonora, iban platicando en asientos vecinos. En algún momento, Salinas volteó hacia donde iba sentado Camacho, con el rostro descompuesto.

Y le dijo a Beltrones:

--¿Cómo la vez, Manlio, con el P… de Camacho? Quería que lo hiciera Candidato.

Esta confidencia ya la he contado y vuelvo a hacerlo ahora. ¿Por qué?

Porque le pregunté a Manlio si me autorizaba publicarla y me dijo que sí.

Con GUILLERMO PADRES ELIAS, sostuve una conversación de tres horas, a bordo de un avión del Gobierno de Sonora.

Fue durante un vuelo a Silao, Guanajuato, en pleno fragor del conflicto por el agua del El Novillo.

No hay nada interesante que contar. Él me dijo cosas muy conmovedoras de su vida personal, de su relación matrimonial, del niño adoptado, pero yo sabía que todo ese sentimentalismo era parte de una estrategia para que yo aceptara apoyar los propósitos de ellos en el asunto del agua.

Yo no le creí a él ni él a mí.

¿Con ARMANDO LOPEZ NOGALES?

Nada digno de escribir a casa. Nos encontrábamos y no se acordaba de mí nombre y entonces se dirigía a mí, abierta sonrisa, con estas palabras:

-¡Mi amigo periodista!

Armando, genio y figura.

Nos conocimos bien, pero, ya siendo gobernador, mostró un desprecio absoluto por la política. Le importaba un bledo quien fuera a ser su sucesor. De hecho, en la interna del PRI para sacar candidato del PRI a la Gubernatura, no se tiró a “matar” en favor de la causa de su amigo ALFONSO MOLINA RUIBAL. Dejó que “la democracia” se impusiera.

Y en realidad, fue una elección limpia con la mejor organización y el estilo de Eduardo, que gustó mucho, hizo la diferencia.

Ese día yo festejé en el bunker de Eduardo Bours en Hermosillo, el triunfo.

Lo lamenté por Alfonso, a quién yo siempre le he tenido respeto. Pero también lo sentí mucho por mi amigo desde la adolescencia, MIGUEL ANGEL MURILLO, que había coordinado la campaña de Alfonso. Eran los tragos amargos de la política. SAMUEL OCAÑA GARCIA, gobernó Sonora entre 1979 y 1985.

De 1979 a 1980, yo laboré como columnista del vespertino La Extra de la tarde, cuyo Director era HERIBERTO LEON PEÑA. Confieso que yo apenas atisbaba a las grandes ligas periodísticas en Sonora. No podía competir con los grandes columnistas, pero se me respetaba.

En el Gobierno de Ocaña mi entrañable amigo Miguel Ángel Murillo, era Secretario Particular del poderoso Sub- Secretario de Gobierno, DANIEL ACOSTA CAZARES.

¿Qué fue lo que ocurrió?

Que se registró un conflicto agrario en el block 712 propiedad de la familia Gallegos, ubicado muy cerca de Tobarito— Marte R. Gómez.

Representando a La Extra de la Tarde, todos los días publicaba una crónica de las que en la jerga llamamos de color, donde relatábamos las carencias de los niños de los invasores de esas tierras. Me identifiqué con los campesinos, esto llegó a oídos de Murillo, y luego a los de Acosta Cázares y a los de Ocaña.

Murillo le ganó el jalón a CARLOS RAMON VEGA Jefe de la Judicial del Estado, que era de los hombres de confianza del Gobernador, pues en virtud de nuestra amistad, acepté mediar con los invasores del predio aprovechando la buena fe de Ocaña, a quién el síndrome de Biébrich lo hacía temer un descalabro como el de 1975.

No había tal riesgo, pero Samuel pensaba que sí.

Con Ocaña hubo platicas muy confidenciales y como digo, todo eso conmigo se va. Así las cosas, pues.

En fin.

DE AQUÍ, DE ALLA Y DE MAS ALLA

¡OH, LA LA! CHAYITO OROZ IBARRA, rompió el silencio y en qué forma…

Me comentó que, junto con mi talentosa y bella colega, CLAUDIA LOPEZ OLIVERA, le organizaron una comida de cumpleaños a la regidora electa de Cajeme, ANABEL ACOSTA ISLAS… En una fotografía que tuvieron a bien envíame, aparecen muy sonrientes en el restaurant “Mochomos”, lo que sugiere que la normalidad empieza a hacerse presente…

Que así sea…

Es todo.

Le abrazo.

m.rivastribuna@gmail.com