OPINION

Apuesta por el retroceso

Leviatán

Columna de César TovarCréditos: TRIBUNA
Escrito en OPINIÓN el

Hace años fui testigo de cómo en los campos secos del desierto de Coahuila, niños, jóvenes y hombres se jugaban la vida en los “pocitos”, angostos tiros de mina a los cuales bajan para extraer el carbón (a mano y pico limpios) que luego las grandes plantas les compraban en una bicoca para luego venderlo a la Comisión Federal de Electricidad a precio de oro.

Uno de los grandes agitadores de este mercado es el hoy senador morenista Armando Guadiana, cuya gran riqueza se basa en la pobreza del minero rural.

Gente como Guadiana es la que más celebra que la Suprema Corte de Justicia de la Nación permitiera que la reforma eléctrica propuesta por el presidente López Obrador perviviera ayer, y que sea la próxima semana cuando los diputados decidan si finalmente será aprobada.

¿Por qué? Porque este proyecto le da prioridad a la Comisión, dirigida por el oscuro Manuel Bartlett, de generar la energía que requiere el país, excluyendo a la iniciativa privada y, sobretodo, a los procesos renovables y limpios. Si esto se aprueba, el uso de combustóleo, carbón mineral y agua serán las bases energéticas del país.

Y así, el retroceso industrial, social y medioambiental se concretará.

Si querían revertir la reforma energética anterior, que ciertamente permitió abusos de inversionistas extranjeros, estaban ante la oportunidad histórica de apostar por, primero, la reconversión y, después, por la sustentabilidad.

Podía este gobierno haberse comportado, por primera vez, como uno progresista y sí, ir por una nueva ley de energía, la cual pudo apuntalar los proyectos limpios, buscar inversiones privadas pero con carácter social y con la idea final de mejorar la vida del ciudadano, que por fin podría tener electricidad a un precio accesible y con una mucho menor huella de carbono.

En lugar de ello, la administración de López Obrador optó por llenarse la boca con la “recuperación de la soberanía energética”, con su lucha contra las “fuerzas injerencistas”, es decir, como suele, el discurso por encima de la modernidad.

@cmtovar