La tecnología avanza a un ritmo exponencial, transformando cada aspecto de nuestra vida cotidiana. A veces, incluso resulta difícil adaptarse a la velocidad con la que surgen nuevas innovaciones y desarrollos. En este entorno dinámico, los futuros profesionistas deben poseer habilidades que antes no se consideraban esenciales, o que quizá, ni siquiera existían hace un par de años, como el manejo de herramientas tecnológicas emergentes que serán clave en el desarrollo de múltiples industrias. Además de las competencias tradicionales, hoy se exige que los estudiantes adquieran estas nuevas habilidades con rapidez y que puedan adaptarse de manera ágil a un mundo en constante evolución.
Históricamente, el aprendizaje se ha basado en la memorización de conceptos y en modelos de enseñanza pasivos. Sin embargo, en la actualidad, el entorno demanda un enfoque educativo basado en experiencias prácticas y en la resolución de problemas del mundo real.
Para responder a esta necesidad, las instituciones educativas deben ofrecer modelos formativos que involucren a los estudiantes en retos demandantes y experiencias prácticas que simulen problemáticas reales, pues no es un secreto que aquellos sistemas que han apostado por la enseñanza activa han logrado formar individuos más capacitados para enfrentar los desafíos que presenta el mañana. Estos modelos no solo preparan a los alumnos para su ámbito profesional, sino que también fomentan su capacidad de adaptación y aprendizaje continuo. En este contexto, la robótica es un claro ejemplo de cómo la tecnología puede integrarse en la educación para potenciar el desarrollo de habilidades técnicas y cognitivas.
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Cuando escuchamos la palabra "robot", es común imaginar androides o autómatas como los que hemos visto en el cine y la televisión. Quienes tienen conocimientos en mecatrónica y mecánica tal vez piensen en los brazos robóticos de ensambladoras de autos y maquiladoras. Otros, influenciados por visiones más alarmistas y distorsionadas, podrían asociar la robótica con inteligencias artificiales que amenazan a la humanidad. Sin embargo, más allá de estos estereotipos, la robótica puede aplicarse en escenarios completamente distintos, como en competencias que simulan deportes, promoviendo el ingenio y la creatividad de los estudiantes; lo cual contribuye al desarrollo de competencias no solamente en áreas técnicas como la electrónica, matemáticas y programación, sino también desarrollando habilidades blandas.
Esta posibilidad es una realidad gracias a iniciativas como FIRST (For Inspiration and Recognition of Science and Technology). FIRST es una organización global sin ánimo de lucro, impulsada enormemente en México por el Tecnológico de Monterrey, que busca fomentar el interés por la ciencia y la tecnología a través de la robótica, impulsando el desarrollo de habilidades técnicas y personales en niños y jóvenes interesados en la ingeniería. A través de competiciones desafiantes y experiencias prácticas, y sus diferentes categorías orientadas a niños y jóvenes de diversos grupos de edad y grado académico, FIRST ofrece ecosistemas donde los estudiantes pueden desarrollar su creatividad, resolución de problemas y trabajo en equipo, preparándolos para un futuro en el que la tecnología y la innovación serán protagonistas.
El impacto de esta vanguardista forma de educar en los estudiantes es significativo, pues no solo adquieren conocimientos técnicos, sino que también desarrollan habilidades transversales esenciales en cualquier ámbito profesional, como la resiliencia, la comunicación efectiva, la cooperación, el liderazgo y la toma de decisiones bajo presión. Existen múltiples ejemplos de cómo programas educativos centrados en la tecnología han transformado la vida de jóvenes, permitiéndoles acceder a oportunidades de empleo y emprendimiento que de otro modo serían inalcanzables.
El avance de la inteligencia artificial y la automatización está redefiniendo el panorama laboral, lo que hace aún más crucial que los estudiantes no solo sean usuarios de la tecnología, sino también creadores de ella. La educación debe preparar a las nuevas generaciones para desarrollar soluciones innovadoras y aprovechar las oportunidades que traerá el futuro. Sin embargo, también existen desafíos en la implementación de estos programas: muchas instituciones carecen de los recursos necesarios, y aún hay una brecha significativa en el acceso a tecnologías avanzadas. Es crucial que los gobiernos, las empresas y las universidades colaboren para fomentar el acceso a estas herramientas y garantizar que todos los estudiantes puedan beneficiarse de una educación adaptada a la era digital.
A medida que la tecnología evoluciona, la educación debe hacerlo a la par. Al integrar iniciativas como FIRST en los modelos educativos y fomentar un aprendizaje basado en la práctica, no solo se garantiza que los estudiantes adquieran habilidades técnicas avanzadas, sino que también se desarrolla una mentalidad adaptable y resiliente. Esto es esencial para triunfar en un mundo en constante cambio, donde la capacidad de innovar y resolver problemas será una de las competencias más valoradas en cualquier disciplina. La educación del futuro debe ser dinámica, accesible y alineada con las necesidades de una sociedad cada vez más tecnológica.
Los avances tecnológicos que estamos presenciando no son solamente una tendencia pasajera, sino las primeras muestras de el siguiente paso en nuestra evolución.
Carlos Javier Reyna Ouintero
Ingeniero Biomédico. Coach de robótica y Docente en Matemáticas y Tecnología, División Preparatoria del Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad Obregón.
Contacto: carlosj.reynaq@tec.mx