OPINIÓN

La cultura del consumo luego existo

La Tertulia Polaca

Aarón Tapia, colaborador.
Por
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El título de esta columna es una mutación ideológica del pensamiento del filósofo francés padre del movimiento racionalista, René Descartes, que reza: "Pienso luego existo" y se desprende de manera acomodaticia por el modus vivendis de la sociedad actual. En estos tiempos donde el éxito es medido por la acumulación material y la personalidad es desarrollada a través de espejismos e imágenes confeccionadas por diseñadores de moda, que paradójicamente nos despersonalizan, siendo ejecutado por mercadólogos. Y se ha consolidado como nunca en ningún pasaje del tiempo el más grande conquistador de la historia, provisto de gran adaptabilidad a cualquier cultura, nacionalidad, religión o raza, lo cual ha convertido a la gente en sus fervientes discípulos. Este gran conquistador se llama Don dinero. Personas que no creen en el mismo Dios o que no comparten la misma ideología política, sí convergen en el mismo amor por este conquistador.

A partir de la instauración a nivel mundial del sistema económico llamado neoliberal (me gusta más el término de capitalismo salvaje) después de que Estados Unidos sometió a Chile como laboratorio para el experimento de este modelo económico en los años setenta durante la dictadura de Pinochet, y constatar que podría tener el éxito que sirviera a los intereses de los grandes capitales financieros y de los países dominantes sobre todo para el vecino del norte. Se inició su aplicación ferozmente a principios de los años ochentas a través de Ronald Reagan, presidente de los EE.UU. (1981-1989) y Margaret Thatcher (conocida como la dama de hierro) primera ministro del Reino Unido (1979-1990); los dos pertenecían a partidos políticos conservadores, como buenos feligreses de ultra derecha: el primero al republicano y la segunda al partido conservador y unionista.

Este sistema económico explicado a grosso modo y muy básicamente no es otra cosa que cederle libertad casi plena al mercado. Dicho de otra manera, el mercado regula al mercado con la mínima intervención del estado en los procesos regulatorios.

Resulta absurdo que el mercado se limite a sí mismo y que evite que se abran las brechas entre ricos y pobres, que el rico se vuelva más rico y el pobre más pobre.

Fue entonces, a partir de los años ochenta cuando el dios mercado comenzó a reafirmarse como nunca a favor del gran conquistador don dinero y en detrimento de la humanidad, el mercado desde entonces ha sido el regidor de estilos de vida, nos dirige hacia las tendencias que debemos adoptar, nos está causando graves problemas ecológicos y psicológicos, no es casualidad que poco más del 30% de la población mundial viva bajo la prescripción de antidepresivos. También ha fomentado la competitividad sin escrúpulos y nos ha vuelto esclavos del consumo. Nos atrevemos a emitir juicios morales de personas según su apariencia y su estatus socioeconómico, el famoso ¿cuánto tienes?, eso vales. La globalización, otro gran cómplice del neoliberalismo ha ido a contra natura de su misma definición y en vez de multiculturizarnos para retroalimentarnos de las demás culturas, ha jugado a favor de aplicar una hegemonía de la cultura gringa, el "american lifestyle" que se ha esparcido en la mayor parte del orbe.

Ante esto, los mexicanos hemos perdido identidad cultural y suspiramos y aspiramos al modo de vida americano, si está dicho o escrito en inglés es "mejor", hay que estar actualizados y globalizados. ¿Y cuál es la máxima del estilo de vida americano?, el consumo. Si no eres capaz de poder adquirir ciertos artículos y marcas ¡no existes!, y que lejos de ser necesarias si te proyectan una imagen de un ser sofisticado y claro, estos productos tienen fecha de caducidad muy corta y nuestro deber es estar adquiriendo el modelo más reciente porque si no, estás obsoleto, lo cuál incurre en un pecado capital en la cultura del consumismo.

Como lo ha dicho el expresidente de Uruguay José Mujica, reconocido y admirado en todo el mundo por su gran austeridad: "Cuando compramos cosas materiales, no las compramos con dinero, la compramos con tiempo de nuestra vida..." En mi opinión, con este pensamiento, Mujica da en el clavo en la parte medular de nuestro modo de vida actual, una sociedad esclavizada con muchas horas de trabajo y aún así temerosa de perder su empleo por miedo a perder la capacidad de consumo y no ir acorde de lo que todos y todo el día el mercado por medio de su herramienta favorita la publicidad a través de los diferentes medios de comunicación nos dice que es lo que debemos consumir.

Esto ha dado como resultado una sociedad enferma en muchos sentidos, hemos perdido la capacidad de darle el verdadero valor a lo que realmente nos hace felices. Y eso que nos hace realmente felices no tiene ningún valor monetario, no se cotiza en la bolsa de valores, es meramente de sentido común (sentido que cada vez es menos común): hacer lo que nos gusta hacer, pasar más tiempo con la gente que amamos y nos hace sentir bien, profundizar más en los temas de la vida para conocerla más y disfrutarla mejor, gozar y conectarnos con la naturaleza. ¡Ojo! Este escrito no es una apología en pro de la holgazanería ni de renunciar en su totalidad a lo material, ni propone pretender vivir solo de espiritualidad y aire, ¡no! Es solo una propuesta de equilibrios para volver al pienso y luego existo y desarraigar por completo lo que tanto daño nos está causando, el primero consumo luego existo. Además, debemos colocar en su real status al gran conquistador, porque no es posible que un medio como lo es el dinero hoy en día sea un fin.

El dinero solo debe de ser el medio que nos ayude a cubrir las necesidades básicas y las de esparcimiento, la felicidad la ponemos nosotros mismos.